Cómo controlar los ataques de gula
Con el aumento de las horas de luz y la subida de temperaturas que empieza a notarse en esta época, el verano ya no parece algo tan lejano. Después del largo invierno tenemos ganas de volver a disfrutar de una vida más exterior en la que no sean necesarias tantas prendas de abrigo.
Este último aspecto da lugar a lo que ya es popularmente conocido como “operación bikini”. Podríamos definirla como una repentina preocupación por comer de manera más saludable y menos calórica para que, acompañada de la práctica de ejercicio, nos proporcione un mejor aspecto y estado físico cuando llegue el verano.
Perder esos kilos de más o el exceso de grasa que aún nos han dejado las Navidades es el objetivo que muchísimas personas afrontan cuando llega la primavera con resultados dispares. Desde el éxito más rotundo hasta decepciones importantes.
Es por ello que muchas veces lo más conveniente es acudir a profesionales que sean capaces de ofrecer una orientación a la hora de adoptar hábitos de alimentación más saludables. En muchos casos, esas recomendaciones se encuentran con un serio problema: los ataques de gula. ¿Quieres saber a qué se deben y cómo controlarlos?
¿Qué es la gula?
Cuando estamos realizando un cambio en la dieta diaria, uno de los principales riesgos que corremos es el de caer en el “pecado de la gula”. Este término se refiere a la ingesta de más cantidad de comida de la que realmente necesitamos, motivada exclusivamente por el placer de comer. Seguro que tú también has dicho alguna vez esa frase de “como por comer” o “como aunque no tengo hambre”
Los ataques de gula suponen un problema a la hora de reducir la grasa corporal porque, en muchos casos, el problema no es esa ingesta excesiva en sí misma sino que:
- La gula viene acompañada de alimentos excesivamente grasos y/o calóricos.
- Tras el ataque de gula suele venir otro ataque que consiste en la privación del alimento como forma de “compensar” el exceso pasado.
En el peor de los casos, los ataques de gula son seguidos de conductas anómalas como el vómito o el abuso de laxantes para que los alimentos consumidos no dejen huella en el aspecto físico. Esto es lo que la Federación Española de Asociaciones de Ayuda y Lucha contra la Anorexia y la Bulimia califica como trastorno de la conducta alimentaria.
Cómo combatir los ataques de gula
Obviamente, detrás de los ataques de gula, de ese “comer por comer” suele existir un problema de índole psicológica: personas que tratan de frenar un momento de ansiedad, nervios o estrés con la comida. Es importante que sepas que un atracón de comida no es solución a nada y menos si estás tratando de comer de manera saludable para perder esos kilos de más de cara al verano.
Ante la tentación de abrir de la nevera y comer lo que sea (porque en el fondo no tienes hambre, lo que tienes es un ataque de gula) puedes probar estos consejos:
1.- Evita saltarte comidas: Se trata de un aspecto poco valorado. Realizar entre tres y cinco comidas al día, sin prisas, sanas y con tiempo es básico para evitar la aparición de hambre o de la sensación de tenerlo. En los últimos tiempos, numerosos especialistas aconsejan que sean 5 e incluso 6 ingestas diarias de menor cantidad.
2.- Come sin distracciones: Está comprobado que la distracción conlleva a adoptar comportamientos glotones. Así, comer viendo la televisión, por ejemplo, suele provocar que aumentemos la cantidad de comida ingerida y sigamos comiendo casi sin darnos cuenta. Si te gusta comer algo viendo una peli, opta siempre por productos bajos en sal, azúcar y en envases pequeños para que no ingieras demasiada cantidad.
3.- Apuesta por comer alimentos con más fibra: Los alimentos que contienen fibra no te ayudarán a adelgazar por sí mismos ya que algunos tienen una importante carga calórica, pero sí que te saciarán antes y durante más tiempo (además de ayudar con problemas como el estreñimiento). Son alimentos sanos y saciantes. Las frutas de primavera como la fresa son ricas en fibra y están deliciosas.
4.- Evita las prisas: En último lugar, es preciso que, a la hora de comer, lo hagas tranquilamente. Si comes con prisas, seguramente engullas más que comas y termines ingiriendo más cantidad de la conveniente. Lo mejor es que te tomes no menos de 15 minutos para cada comida.